No recuerdo nada. Y me da vergüenza. De mis nueve años me vienen varias imágenes: el vestido amarillo de puntos de colores, mi amiga Susana, los juegos con mis primas, la rata que vivía en el armario, la casa de colchones en el piso para evitar las balas rojas en el cielo, los soldados marchando afuera en la calle, pero ninguna imagen siquiera borrosa de la paz. Ni una. Mis papás dicen que se alegraron mucho, que lo vieron en el tele, pero que tampoco se acuerdan de qué hacíamos mis hermanos menores y yo. "Quizás estaban jugando", me dijo anoche mi mamá al teléfono cuando le pregunté. "Yo estaba feliz, hija, porque se acababa la guerra, que nos daba miedo y porque murió mucha gente que conocíamos". Yo no me acuerdo de su felicidad de ese día, ni del miedo, ni de las lágrimas de todos los días antes. No me acuerdo de nada. Supongo que nos guardaron de todo eso que asustaba y que no entendíamos. Supongo que pensaron que ya tendríamos tiempo de crecer y caer en la cuenta de que el mundo estaba torcido y enfermo. Me da vergüenza pensar que entonces, quizás inconscientemente pensé que era mejor no recordar mucho. Y me quedé sin recuerdo de la paz."