Ni un pelo de inocente
Los 90 son recordados con mucha melancolía, sobre todo por músicos, por ser la década en la que la música salvadoreña tuvo su segunda juventud; cuando, efectivamente, nació uno de los movimientos musicales más grandes de El Salvador, uno que llenaba el estadio Cuscatlán. Músicos que grababan como podían para llegar a la radio; los que querían ser rockstars; lo que se había perdido desde los 70. Gran culpa de eso la tuvo este disco, que logró hacer que las canciones La Maldita y el HIV entraran en rotación en la programación de las radios nacionales; y ya en vivo lograron levantar a más de alguno en los míticos “Salva-Rock” y hasta al público más fresa en una Teletón.
Por Adrenalina